Alejandro Álvarez en un aula de Red Íncola de la calle Ruiz Hernández, donde imparte clases de informática a alumnos inmigrantes. / A. mingueza
Ibtissane y Alejandro dejaron Marruecos y Colombia para instalarse en la capital, donde en sus ratos libres atienden a los sin techo y enseñan a los extranjeros.
El contacto con alguien que derrocha optimismo en estos tiempos es reconfortante. Una sonrisa serena brota de Ibtissane H. y Alejandro Álvarez cuando hablan de sus vidas. Del pasado y de cómo Valladolid afronta un interesante horizonte de vida que parecía inalcanzable para sus familias en sus países.
Con esfuerzo y trabajo ambos se abren
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